jueves, febrero 22, 2024

Es la fecha, Eddy.

El calendario conspira en mi contra, sólo ver la fecha de hoy hizo que mi corazón se estrujara poquito y me dieran ganas de llorar. Pensé que ya lo había superado, aunque jamás olvidado... Es sólo que hace exactamente 16 años me enteré de algo que cambió mi vida por completo. No fue sólo la muerte de mi 'mejor amigo', sino todo lo que vino después: los meses de insomnio y depresión, los más de 20 kilos menos, el desdén por mi salud e intrgridad física, encontrar el amor (o lo que yo, confundida, creí que era), huir de mi trabajo porque mi cabeza no podía con todo y luego pasar del peor al mejor momento de mi vida.

Hoy justo pensaba en él, en lo divertido de mis días a su lado... Pero después vino lo de la fecha y, en fin. Donde estés, gracias por haber pasado por mi historia y por todo lo chido que dejaste en ella. Besos eternamente, feliz cumpleaños. 

Soy la Chida de la historia. 

viernes, enero 19, 2024

Ojitos míos.

Esta vez la consulta no es para mí, hoy solo funjo como intento de acompañante... Mi mamá ha pasado por 2 cirugías recientemente, una en diciembre y otra hace una semana y, a pesar de todo lo complicado e incómodo que podría parecer, me atrevo a decir que todo ha valido la pena.

Mi mamá tiene 71 años, es diabética e hipertensa y, por si fuera poco, en agosto del año pasado sufrió una caída con fractura de cadera y, para que su cuerpo resistiera la cirugía en la que la transformarían en Robocop, tuvieron que operarla para colocarle un catéter para diálisis peritoneal. 2 veces estuvo a punto de ir a saludar a San Pedro, pero todavía no era el momento y hoy, gracias a Dios, estamos las dos aquí, luchando como las necias que somos, pintándole dedo a las calamidades de la vida, y viendo pasar las horas en la clínica de oftalmología porque van a revisar que el resultado de la cirugía vaya como debe de: chingón. 
Mi mamá sí que es la Chida de la historia. 

Lau. 

viernes, enero 05, 2024

Noche mágica.


Desde que era niña (y supongo que como todos a esa edad), soñaba con la noche de reyes... La ilusión con la que escribía la cartita y la emoción antes de dormir, preocupada por si alcanzaría algún juguete pues, sabiamente, mis papás me habían contado que sería una noche de trabajo arduo para los tres reyes de oriente que, aunque magos, debían recorrer el mundo entero para tratar de obsequiar a cada niño del planeta con algún dulce, galleta o regalo, de acuerdo a las posibilidades... Cada año recibí, si no exactamente lo que pedía, sí un regalo especialmente pensado para mí, y yo lo agradecía con el corazón.

Después pasaron los años y la ilusión sigue siendo la misma, sólo que ahora me hablo de tú con los reyes magos y hasta me he vuelto su ayudante, así que el día (noche) ha llegado los juguetes y demás regalitos están por aparecer para iluminar ojitos llenos de amor y emoción, mismos ojitos que se negaban a cerrarse temprano pero sabiendo que la espera habrá terminado en unas cuantas horas. 

Feliz noche de reyes, mis queridos dos que tres lectores. 

Soy la Chida de la historia. 

viernes, diciembre 29, 2023

Parloteo...

Soy un puto mar de confusiones... Por un lado lo que siento y por otro lo que ya no quiero sentir.
Platicaba esta mañana con una amiga (a la que amo con todísimo mi corazón) acerca de cuan difícil es tratar con los hombres. Ellos hablan (y se quejan amargamente entre ellos) acerca de la complejidad de las mujeres y se asumen como básicos pero no, o sí, pero tanta supuesta simplicidad confunde porque quizás ellos no saben actuar por sí mismos sin cagarla cada dos segundos pero, oigan, es súper cansado dirigir y esperar resultados que, después de todo, no van a llegar.

Ya sé, carajo. Chida, ¿de qué chingados estás hablando?
Hablo del cansancio emocional que representa amar a alguien que no puede o no quiere ser lo que algún día prometió. Hablo del dolor que se calla porque como es imperceptible para los demás y ni ha de doler tanto pos, pos pa'qué. Hablo de la ilusión y la emoción que se rompen porque se cansan de esperar y hablo también de la conformidad por comodidad (dad dad). 

Hablo aquí porque allá afuera no puedo porque no tengo las agallas. Hablo quedito porque no vaya a ser que las paredes oigan y el castillo de naipes se derrumbe... Hablo con el corazón en la mano porque ya no sé qué más hacer y ya me estoy creyendo el cuento de que la loca soy yo por no saber entender, valorar o adivinar lo que está pasando del otro lado del estudio, Joaquín. 

Y ya, mejor ya no hablo porque en esta temporada hay que fingir amor, paz y armonía en los hogares. 

¡Shhhhh!

Soy la Chida de la historia. 

martes, noviembre 14, 2023

14 de noviembre, día mundial de la diabetes .


Cuando era niña no sabía que existía la diabetes, y cuando lo supe, creía que era una enfermedad que le daba a los abuelitos y que sólo les limitaba en el consumo de dulces y azúcar. Qué triste.
Más adelante, siendo yo adolescente, mi mamá se embarazó, a sus cuarenta y tantos tuvo un bebé y, al mismo tiempo, diabetes gestacional que ya no se iría jamás.
En ese tiempo yo empecé a tener consciencia de mi peso y mi apariencia, así que hice muchas cosas estúpidas para intentar verme y sentirme diferente. No sabía el daño que le estaba haciendo a mi cuerpo y el precio que pagaría años más adelante. Spoiler alert: nunca adelgacé.

A los 25 me diagnosticaron diabetes tipo 2, todo durante una crisis derivada de mi obsesión, casi adicción, por el trabajo. Podía pasar hasta 20 horas continuas sentada frente a la computadora comiendo cualquier cosa y fumando 2 cajetillas de cigarros. Qué asco de olor tenía mi oficina en ese tiempo, seguramente, pero yo no lo percibía, además de que convivía con otros tantos igualitos a mí... Sin querer, era un círculo vicioso que me estaba matando lentamente, hasta que mi cuerpo dijo ¡basta! Pero no aprendí la lección.
Cuando me recuperé volví a la oficina, al mismo ambiente dinámico entre colores, proyectos, clientes, viajes, alcohol y terribles hábitos de alimentación y descanso. 
Así pasó el tiempo, mi cuerpo resistió varios años más y yo no vi las señales, o quizá no quise hacerlo, ya no sé. 
Entonces, el caos comenzó. Cabe mencionar que durante todo ese tiempo evitaba el azúcar lo más que podía, pero eso era solo para engañarme y creer que estaba haciendo las cosas bien. Durante ese lapso también enfrenté varias crisis laborales, económicas, de salud, me mudé varias veces y hasta me atreví a salir de mi terruño para luego volver cargando el inmenso peso del fracaso... Pero la vida fue buena conmigo y me permitió resurgir, así que volví a mi ranchito querido y pude volver a trabajar, de nuevo, arduamente pero tratando de limitar las horas y la entrega... Aún así, llegó lo que cambiaría mi vida por completo.
La diabetes y los pésimos cuidados que tuve me quitaron una de las cosas que más amaba y que no era consciente de su valor porque no sabía que podía perderla. 
Mis ojitos pispiretos han pasado por un montón de tratamientos, cirugías y demás pero, afortunadamente, aún conservo un poquito y estoy dispuesta a cuidar ese poquito con uñas y dientes. 

La carga moral era muy grande y entonces me dijeron algo que me ayudó a respirar con tranquilidad: la diabetes se desarrolló, quizás durante mi adolescencia, no era mi culpa, simplemente se trataba de una situación mezcla de genética y mala suerte. Sin embargo, ahí estaba, haciendo daño a diestra y siniestra.

Después de haber enfrentado la primera fase del asunto con mis ojos, mi cuerpo comenzó a hincharse, la piel se sentía tensa y dolía como si en cualquier momento se fuera a desgarrar. Moverme era un reto, era incapaz de ponerme los calcetines o amarrar mis agujetas. Cada paso dolía horrible y vino el otro diagnóstico: insuficiencia renal.
Yo me enteré hasta varios años después que a mi familia le habían dicho que se prepararan para lo peor, pero no, la Chida no estaba lista todavía para saludar a San Pedro.
Comencé con los tratamientos (de manera paralela con todo lo demás), conocí al que hasta ahora sigue siendo mi nefrólogo de cabecera (al que amo y admiro muy cabrón porque salvó mi vida), inicié con asesoría nutricional (la primera semana bajé 8 kilos de pura agua), comencé con terapia física en gimnasio, alberca y masajes; hasta que empecé a sentirme fuerte y sana, dentro de lo que cabe con todas las afectaciones que enfrento día a día. 
Han pasado seis años más, a mis 41 recién cumplidos puedo palpar un poquito de plenitud y satisfacción porque, a pesar de la diabetes, me siento feliz. 

Hoy es el día mundial de la diabetes, hoy es día de tomar consciencia acerca de esta horrible enfermedad que, sin un control adecuado, puede causar estragos irreversibles e incluso la muerte pero, ojo, también hay posibilidad de vivir bien y romper el estigma del diabético famélico al borde de la tumba. 

Quisiera que la gente fuera más empática con los enfermos en general, que no los culpen, los señalen o los presionen por no tener energía o ánimo para salir de la cama, que sepan que una enfermedad crónica no es fácil de sobrellevar... Y a ellos, a los que están enfermos, quiero decirles que se puede, que somos igual o más fuertes que los que gozan de plena salud física y, que gran parte de nuestro proceso es responsabilidad nuestra y no de los médicos o nuestros familiares y, lo más importante, que no sientan culpa por estar enfermos, es sólo una condición y aún con ella podemos ser tan chidos como lo deseemos. 

Soy la Chida de la historia.