martes, septiembre 25, 2012

Y entonces cumplí 30...

Hace poco más de una semana llegué a la edad que me atormentaba, el cambio de dígito más difícil (según yo)... ese en el que me haría un autoanálisis severo para identificar los errores cometidos, las estrategias aplicadas y las metas cumplidas. No, no sean chismosotes, no pienso hacer públicas mis listas, sin embargo, les diré que no me cayó tan de peso como había pensado que sería.

Comencé a prepararme psicológicamente con mucho tiempo de anticipación, asumí que si no había superado aún el hecho de que algunos (pobres pendejos incautos) me digan señora y me hablen de usted... ¿qué me esperaba con las 3 décadas a cuestas?... sin embargo lo intenté y salí victoriosa. Apliqué la vieja estrategia de ¡me vale madre!... total, lo bailado quién me lo quita.

Hoy la chida es 'doña' chida... pero nada cambia, más que los números al registrar la edad, los achaques que de por sí ya eran muchos y la felicidad que ya es mía... y no se la presto a nadie. Asumo los pros y los contras de mi situación sin poder/querer hacer nada al respecto. Acepto también las burlas de aquellos que, descaradamente y con más años (meses) que yo, se burlan de mí y mis recién estrenados treintas, acepto las responsabilidades de no ser una jovencita y tener que hacerme cargo de las arrugas, los esfuerzos extra y la necesidad de voltear a mirar con un poco más de atención mi salud.

Había decidido que, pasando mi cumpleaños, me pondría a dieta... envidio la capacidad de algunos y su fuerza de voluntad para mantener cerrada la boca ante los continuos ataques de los estúpidos y sensuales antojos cargados de calorías... envidio también a aquellos que fueron bendecidos con un organismo que les permite atascarse de lo que les dé la gana sin pensar en las consecuencias, estómagos de revolvedora, les llaman... pero después de mi cumpleaños vienen las fiestas patrias y, poco más adelante, el cumpleaños de mi papá y aniversario de bodas así que, chingadamadre, el universo conspiraba a mi favor en mi contra y la dieta tuvo que ser pospuesta hasta ayer, chingao, pos si el fin de semana se casó mi primo... Pos oye.

No se trata de una dieta rigurosa, no soy fan de andar contando las calorías y menos si son tan poquitas... Por enésima vez abandoné a mi fiel compañera, te amo Coca-Cola y prometo volver... adiós también a los dulces, bombones, chocolates (muero) y cualquier cosa engordadora, adiós panes (suculentos, suavecitos y deliciosos), adiós tortillas calientitas hechas a mano... adiós pizzas, hamburguesas, tacos y demás alimentos grasientos (no me olviden, algún día nos volveremos a encontrar)... y así...

No me alimentaré de pura lechuga, eso es un hecho... tampoco comeré como pajarito puras semillas... mucho menos recurriré a los licuados 'mágicos'... simplemente cuidaré aquello que consumo y trataré de reducir kilos aunque, para ser honesta, lo único que me preocupa ahora es la consciencia treintañera y acosadora... además de mi salud y los planes que están ahí, pendientes.

Chingao, que no me pienso matar de hambre pero tampoco morir en el intento de ser una chida más saludable para todos aquellos que me aman y han estado a mi lado a lo largo de estos, muy chingones, treinta añotes.

Soy la chida de la historia.