sábado, julio 20, 2013

Mariconeando.

Hace 3 semanas que me mudé de ciudad... en realidad no sé qué tan acertado es decir que 'me mudé' porque la mayoría de mis cosas siguen en Querétaro... incluidos mi corazón y mis recuerdos. Bueno, parte de mi corazón sigue conmigo, otra la tiene él todavía... y los restos son los que se quedaron allá, con los míos, con todo lo que me hace ser...

Casi a diario, desde que salí de mi ranchito querido, he recibido de manera constante e insistente la misma pregunta:

¿Cómo estás?

... a lo que yo, de forma automática y sin dudar, respondo que bien... que las cosas van marchando de a poco y que no pierdo la fuerza, la fe y la esperanza... me gustaría que todo fuera cierto.

Permítanme explicarme, mis queridos 2 que 3 lectores (espero que aún existan)... Nadie me obligó a hacer esto, los cambios que se han dado en mi viduchita de porquería son porque yo así lo he decidido. La mayoría de las veces siempre que tengo que tomar una decisión sufro, sí... ridícula, sudorosa, tembeleque y lloriqueonamente... sufro porque la inseguridad me ataca, las posibles consecuencias de cualquiera de mis opciones me come, me mastica y luego me escupe para obligarme a tomarla o correr a que me coma alguna de las otras... BAH!

Cuando hubo que decidir si nos quedábamos en Querétaro yo no pensé en todo, es decir, mis opciones eran reducidas y en todas había más contras que pros... así que técnicamente fue un volado con dedos cruzados en la espalda para que, ya fuera cara o cruz, la cosa resultara bien.

La moneda cayó del lado de 'vámonos'... y confiada  con un chingo de miedos agarré algunos de mis tiliches, me trepé a un camioncito que, 3 horas después, me dejó donde estoy ahora... tratando de no perder la fe, la esperanza y la fuerza pero también con un pie listo para volver al lugar del que, a veces pienso, nunca debí salir.

No me mal interpreten, por favor... entiendo que 'la necesidad' es lo que nos movió, estoy segura que mi Tarzán también habría querido quedarse...  sé que hay mucha gente apoyándonos moralmente y eso no tengo forma de agradecerlo y valoro muchísimo lo que hacen nuestras respectivas familias para que todo esto sea más llevadero... sin embargo debo confesar que tengo el ego, la dignidad y acaso el orgullo un poquito maltratados... pero ese ya es pedo mío.

No, no estoy bien... porque tengo muchas cosas qué hacer, porque no tengo a mi lado a todas las personas que hacen de mi vida algo muy chingón... porque extraño a los míos y, aunque respeto y valoro a quienes hacen ahora de mi familia, lo siento... no es lo mismo. No es mi espacio, no es a lo que estaba acostumbrada... ni siquiera sé a dónde ir cuando quiero o necesito algo en particular... 

En fin, es solo que estoy dentro de ese proceso que TODOS, pinches sabiondos, me dicen que tengo que pasar... aunque no creo, ni quiero, que me vaya a acostumbrar algún día. No sé qué quiero... lo único cierto es que ya estoy aquí y no puedo darme el lujo de no luchar... aunque a ratos mi objetivo, mis ilusiones y mis sueños estén tan perdidos.

Maricona que soy...

... pero sigo poniendo cara de que soy la chida.

sábado, julio 13, 2013

De princesas y dragones: La princesa. Parte I.


En un hermoso lugar vivía una princesa... ella no sabía que lo era y se limitaba a disfrutar de su día a día al lado de las personas que la querían y cuidaban... A momentos se preguntaban cuán ciertos serían los rumores, qué tan princesa sería si no contaba con las características de una, al menos no de las que se leen en los cuentos de hadas o en las historias que salen de las bocas y cabecitas de algodón de las abuelas.

- ¡No soy una princesa!- se repetía continuamente y hacía todo cuanto podía por demostrarlo. A veces se hacía la fuerte en situaciones difíciles y, por alguna razón, lograba salir siempre airosa de los retos que la vida iba poniéndole en el camino... sin embargo, y sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo, un día sus debilidades salieron a la luz... algunas brujas y uno que otro hechicero budú le hicieron darse cuenta que, descuidando detalles por mantener la careta de ruda rudísima, ella misma había permitido que entorpecieran su camino, le metieran el pie y consiguieran tumbarla... haciéndola caer de golpe y sin previo aviso en un charco de lodo del que, difícilmente (aunque no imposible), ella lograría salir.

Tirada y acaso revolcándose un poco entre la tierra la princesa lloró y entonces asumió su papel... sufrió el dolor de la caída y la decepción al descubrir que, entre esas brujas y hechiceros de negra consciencia, había algunos que ella había considerado amigos... De a poco se fue incorporando, tardó... pero estaba decidida a no quedarse ahí y demostrarle a esos que le hicieron daño... pero más a los que la amaban que, con todo y codos rasapados, se levantaría y seguiría adelante.

Como pudo la princesa se puso de pie, sacudió la mugre del vestido, mandó a volar las zapatillas de cristal y, aún con lodo en la cara, se prometió a sí misma que jamás permitiría de nuevo que alguien la haría tropezar...

Soy la chida de la historia.