jueves, mayo 29, 2014

La mariconería.

Ustedes, mis queridos y abandonados 2 que 3 lectores, saben que a la chida no le gusta llorar, al menos no que alguien la vea y sepa que pone cara de puchero, sin querer queriendo... o que la escuchen gimotear mientras se suena los mocos... tampoco le gusta que alguien la observe mientras intenta articular palabras pues, en esa situación, resulta prácticamente imposible y MUY pinche gracioso, lo sé.



Antes no lloraba, las lágrimas no eran parte de mi vida... a menos que me pegara en el dedo chiquito con algún mueble por andar descalza por la casa... a menos que me súper enchilara con algún antojito propio del Tripón team...

En algún momento le perdí el miedo a eso de la mariconería... de pronto me dio por llorar por (casi) cualquier cosa... lloro con algunas películas, sin importar si los finales son tristes o felices; lloro cuando hace mucho frío y mi Tarzán no está cerca para darme un abrazo y frotar mis brazos para calentarme un poco, lloro si no veo a mi mamá o mis hermanas en más de 2 semanas, lloro si la comida no me queda rica aunque me haya esforzado mucho para ello, lloro (mucho) cuando mi papá se pone sus moños y me trata feo a mí o a mi marido, lloro cuando no sé de mis amigos y siento que a ellos no les importo más, lloro una vez al mes como Shakira y como muchas mujeres en este mundillo de porquería... lloro cuando me da miedo perder todo por lo que tanto he luchado... cuando algo o alguien amenaza la estabilidad de mi familia... en fin, lloro por maricona que soy.

Pero también lloro de felicidad... como esta mañana cuando, después de haber llorado toda la noche con miles de telarañas en la cabeza [como una vez por mes lo hago en contra de mi voluntad] recibí un te amo de mi Tarzán... una mirada tierna acompañada de la disculpa por mis dramas... un regalo sorpresa que no pudo esperar al fin de semana porque la nena andaba lloriqueona... y lo mejor, el beso en los labios que me dijo todo lo que con palabras no habría podido.

¡No mamar!, ya me dieron ganas de llorar de nuevo.

Soy la Chida de la historia.