jueves, junio 18, 2015

Es solo que a ratos me dan ganas de tirar la toalla... pero me sucede como a la rana René... luego me acuerdo de todos los sueños que aún hay por cumplir y se me pasa.

Ya lo saben ustedes, mis queridos dos que tres lectores, la salud de la chida de la historia es de chocolate... un día me enfermo de una cosa, al siguiente de otra... y ojalá todo fuera parte de mi también sabida hipocondría, pero no. Últimamente he vuelto a batallar con la presión arterial, es horiible.

Varios días pasó que, al despertar por las mañanas, lo hacía con un leve mareo y la vista borrosa, pero un rato después todo pasaba y las cosas transcurrían de manera normal, no hice caso. Después el mareo fue más fuerte y el rato se conviertió en varias horas... por último, el mareo fue terrible y llegó un momento en que lo único que veía eran manchas blancas... ya no hablemos de poder usar el celular o la computadora. Por supuesto entré en pánico, lloré y pensé en el peor de los escenarios.

Resulta que soy hipertensa, pero eso yo ya lo sabía... estaba tomando medicamento y pensé que lo tenía controlado, pero resulta también que ese medicamento no le hacía nada a mi cuerpo, es como si no estuviera tomando nada... entonces, obviamente, mi presión arterial se fue hasta el cielo, mismo lugar al que seguramente me habría ido... de no ser porque Dios no me quiere allá... todavía.

Un par de veces escuché a los doctores decir que estaba yo a nada de un infarto... o que con esos niveles de presión me podría dar una embolia... y que, a mi 'corta edad', ambas eran situaciones fulminantes. Dah... la neta sí tengo un chingo de miedo, obviamente no me quiero morir, por supuesto que voy a dar batalla... chingao, si no, ¿quién es la chida de esta historia?

Ahora estoy con un nuevo medicamento, las medidas habrán de ser más estrictas... mi alimentación deberá cambiar por completo y el baumanómetro será mi martillo de Thor. Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para estar bien... lo deseo, lo necesito. No solo no me quiero morir, además sigo con la idea de que un chidito o una chidita deben venir a conocer este mundillo de porquería...

Achacosa, mareada, cegatona e histérica... sigo siendo
La Chida de la historia.