Me acabo de enterar del fallecimiento de alguien con quien estudié la secundaria, el segundo de mi generación en menos de un año. Vivía a una cuadra de mi casa en aquel entonces y, aunque nunca fuimos los mejores amigos, el impacto de su muerte está resultando fuerte.
Yo no tengo miedo de morir, no del qué pero quizás sí del cómo. Sé que el final es inevitable y llegará para todos porque, como dice mi papá, lo único que tenemos seguro en esta vida es la muerte... Pero no ahora, no cuando se siente la plenitud después de todo lo que ha pasado, es decir, ¿qué tanto son 42 (casi 43) años?
Mi compañero de la escuela tenía esposa e hijos, uno de ellos pequeño, y no puedo imaginar el dolor por la pérdida de su papá. Carajo, es que la naturaleza es conocida por todos, quiero decir, no estamos engañados y sabemos bien que el último suspiro habrá de llegar y, cuando suceda, ya qué... Pero los que se quedan, los que lo sufren, los que corren a escribir porque, quizás momentáneamente, comienzan a sentir pasos en la azotea... En fin.
QEPD.
Soy la Chida de la historia.
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