sábado, septiembre 27, 2025

Septiembre II

No sólo este, los últimos meses han sido una extraña mezcla de emociones que me han llevado del llanto a la ilusión, haciendo un breve escala por la locura y la desesperación.

La esperanza
Aún no es nada seguro, como nada lo es en esta vida (además de la muerte) pero, las palabras del nefrólogo no han dejado de resonar en mi cabeza desde que mencionó la posibilidad de un trasplante renal anticipado. Hacia tiempo que el tema se tocó en mi familia como una idea, casi una imposibilidad, y de pronto se volvió real (posible). 
Una de mis hermanas está dispuesta a donarme uno de sus riñones y eso me vuelve loca porque me obliga a pensar en mil y un posibilidades, además están mi paranoia, mis miedos, mis 'y si', mi incapacidad eterna para tomar decisiones importantes (más cuando va de por medio la vida de uno de los míos).
No me malentiendan, muero de amor y agradecimiento, y sé, vaya que lo sé, que yo haría lo mismo por ella o cualquiera de mis quereres si estuviera en mis posibilidades; pero me tocó ser el eslabón débil en la cadena de la salud familiar [carajo].

El reto. 
Es el mismo de toda la vida, también es parte importante de 'la ilusión'... Es necesario que baje de peso porque se requiere que sea así si el protocolo sale como queremos y el trasplante sucede. Nací gorda, he vivido 43 años gorda y no sé cómo hacer para lograr el objetivo pero, se los digo, chingo a mi madre si no.

El miedo. 
Mi mamá lleva unos meses delicada de salud, a ratos pasa por mi mente la posibilidad de un adiós pero me niego rotundamente y toda mi energía (física, mental y espiritual) está enfocada en ella. Gracias a Dios, mi familia es un equipo que trabaja codo a codo para que no sea tan rudo el trabajo aunque, con todísima la honestidad del mundo, a veces parece no ser suficiente... Mi almohada ya está hasta la madre de mis lagrimitas de aserrín.

La vacación. 
El marido tomó vacaciones del trabajo y aprovechamos para visitar a su familia, asistir a una reunión con motivo del bautismo de su nieto y hacer algunas paradas turísticas. Diré que fue un viaje 'random', tuve contacto con gente con la que hubiera preferido no, pasé por situaciones incómodas pero disfruté la mayor parte del tiempo porque vi y viví cosas con las que había soñado desde niña. 

La experiencia. 
Desde que era una chidita chiquitita, pecosa y cachetona me gustaba la lucha libre, varios de mis ídolos ya se fueron al cielo de los cuadriláteros, otros se han retirado y algunos aún tengo la fortuna de verlos luchar en la TV... Una de las cosas que quería hacer antes de morir (cuando sea que eso vaya a suceder) era ir a una función en la arena México, "la catedral de la lucha libre"; y lo logré.

Ya sé, ya sé... Para los capitalinos parecerá un sueño equis pero, mi provincianez y yo lo añorábamos con el corazón
Las luces, el alboroto, la gente, el folclor... Uffffff, fue increíble estar ahí y gritar como loca histérica ante cada llave, salto mortal y cachetada guajolotera. Fui muy feliz. 

Las letras. 
Ustedes lo saben, mis queridos y abandonados dos que tres lectores, mi gusto por las letras y mi necesidad de fantasear vienen desde la infancia. La cabecita chida ha tenido siempre una obsesión por conocer y generar historias y, no sé sí ya lo había mencionado antes, el diario de Ana Frank fue uno de esos libros que llenó mi ser de una inquietante necesidad por poner en papel lo que pasaba en mi día a día. Lo leí por primera vez cuando iba en la primaria y, desde entonces, "el escondite" tomó distintas formas cada vez que lo leía de nuevo... Tuve oportunidad de visitar la exposición "Ana Frank, notas de esperanza" en el Museo Memoria y Tolerancia, y sólo puedo decir que me gustó de una manera rara. Fue impactante entrar por la puerta detrás del armario en una simulación de esa historia que llenó de escenarios mi cabeza, al final, escribí un par de líneas dedicadas a esa niña de grandes ojos y gigantesca imaginación que inspiró a la Chida de la historia. ¡Gracias, Ana!

Los otoños.
Cumplí 43 años, ya son 9 más de los que anunciaron los doctores, y creo que aquí seguiré durante varios más. Ojalá todo se tratara de 'ganas' porque, de ser así, algunos seríamos eternos... sin embargo, y sin importar la cantidad, pretendo vivir y disfrutar cada uno como si fuera el último. Fue un cumpleaños súper chido y compartido con los que más amo.

Hoy, más que nunca, confío en lo que Dios tenga reservado para mí, estoy en sus manos con todo lo que soy y todo lo que tengo, así que, vayamos jubilosos con decisión y fortaleza porque, al final, las lágrimas se secan.

Soy la Chida de la historia. 

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