Yo canto en el coro de la iglesia y, normalmente, sirvo en la misa de 7.30 pm cada domingo. Lo que suele ser para mí el momento más esperado y más bonito de la semana, terminó siendo algo raro, chistoso, confuso.
Durante la Consagración, cuando todo el pueblo está de rodillas, se escucharon varias detonaciones muy (demasiado) cerca del templo pero nadie prestó atención porque, además, supongo que ninguno estábamos seguros de lo que era y bien podía tratarse de otra cosa y, para ser honesta, aquí no tenemos desarrollada aún la capacidad de reacción ante algo así. Un par de minutos más adelante se escuchó nuevamente otra ráfaga pero ahora más lejos. La misa continuó pero, durante la comunión se escuchó el movimiento de la gente, los susurros inevitables y un ruido fuerte al momento de cerrarse las puertas y ventanas del templo. El coro siguió cantando mientras moviamos a los que estaban cerca de las ventanas para disminuir riesgos y el corazón latía frenético.
No sabíamos lo que estaba pasando, yo sigo sin saberlo, y lo que sentía era un montón de emociones contrastantes porque, si bien no le temo a la muerte y morir en uno de los lugares que más amo sería una bendición (sé que lo entienden), al mismo tiempo me sentía aterrada porque ahí estaba parte de mi familia y jamás querría que les pase nada malo.
Hoy ofrecimos la misa por los 103 años de vida de mi abuelito (esa historia se las cuento mañana que es el día oficial)... Al final de la celebración, el sacerdote le dio una bendición especial y también le pidió una. La gente estaba súper enternecida por el momento tan bonito pero creo, estoy segura, que la mayoría sólo queríamos llegar a casa a ver a los nuestros sanos y salvos.
Es increíble lo que consigue la adrenalina, no puedo imaginar que haya gente obligada a normalizar algo así, no es justo. Gracias a Dios por ayudarnos a mantener la calma, por permitirnos volver a casa y por no cerrar nuestra garganta para poder seguir cantando aún a pesar del miedo, del estrés y de todo.
Soy la Chida de la historia.
2 comentarios:
UFFF carajo qué anécdota comagre, qué bueno que todos están bien, digo también es Querétaro ¿no? digo ya si me dijera Tamaulipas o Guanajuato (donde estudié haha) ahí sí me asustaba cañón comadre, digo qué bueno que no fue uno de esos estados. También pienso que ha de ser algo así como una mini-ventaja morir en una de las sucursales del cielo haha, digo igual no pase directo pero es como si nos dieran un balazo en un hospital lleno de especialistas, nomás que en este caso como ya no hay salvación por lo menos morimos con un cupón de descuento o algo así haha.
Justo, es Querétaro y uno no está acostumbrado a esas situaciones, oiga... Jajaja, se mamó con el cupón de descuento, me hizo escupir el café. Afortunadamente sólo quedó en un gran susto.
Saludos chidos pa'sté.
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