viernes, diciembre 14, 2012

No te vayas, María.

En este momento no tengo en mente algo o alguien más que a ti.

Quiero pensar que los trámites espirituales están hechos ya, pretendo hacer entender a mi corazón que la distancia no será más que física... y aún así duele. Sé que mi vida no será la misma si tú no estás más entre nosotros. Quizá en este mismo instante, mientras yo trato de desahogar todo esto, tú estarás sufriendo o, no lo sé... puede que una vez más sea la última en enterarme y ya eres más feliz que yo y todos los que lloramos pensando en decirte adiós.

Anoche llevaron a mi abue al hospital... nada grave, me dijeron. La verdad es que me sentí estúpida porque, seamos honestos, a nadie lo llevan al hospital de noche si no es por algo grave. Mi abue lleva varias semanas con problemitas de salud, pero nada más allá de lo que pudiera considerarse 'achaques propios de la edad'... Un infarto de camino al hospital, complicaciones renales y pulmonares... los médicos ya dijeron que no se puede hacer nada más que esperar... y eso hacemos: esperar. 

Sé que es difícil pero no imposible... trato de ser objetiva, realista... pero no dejo de lado la ilusión y el deseo de que suceda algo mágico. Miro con insistencia la figura de de ese crucificado que me anima a creer, a desear con toda la fuerza de mi corazón que pase algo... ¡un milagro, por favor!

Jamás había pensado en este momento, es muy difícil decir adiós... más cuando se trata de alguien como ella... mi cabecita de algodón primera... mi abuelita hermosa.

Decidí que tenía que verte con vida, quizá por última vez... ¡viva!. Abuelita... aún estás con nosotros y yo quería sentir el calor de tu piel, besarte y abrazarte sabiendo que sigues siendo tú... la que me enseñó a rezar el Padrenuestro... la que con paciencia repasaba las oraciones que debía aprender de memoria para pasar el examen y hacer la Primera Comunión... la que me preparaba ese declicioso café con leche y los frijolitos fritos que nunca he conseguido igualar...

Siento horrible de saberte ahí, llena de tubos y dispuesta a lo que el Padre decida. Tus hijos y mi abuelito han decidido que no quiere que sufras más... que el camino está listo y que tranquila te puedes marchar...

Yo no, es decir... me encantaría que te quedaras más tiempo, sería muy feliz si te levantaras de esa cama y, aunque a paso lento y ayudada por tu andadera, pudieras regresar a disfrutar con nosotros de todo esto... Por favor, abuelita... inténtalo, ¿sí?

Confío en Dios, sé que Él no abandona a sus hijos y esto, bueno... esto solo es el trámite hacia la felicidad eterna.

Abue, si te vas... apártame un lugarcito a tu lado... pero si te quedas, te prometo que te voy a querer mucho más de lo que ya lo hago... No es chantaje, sólo piénsalo. 

TE AMO.

1 comentario:

Luis Hernandez dijo...

Es algo muy triste pasar por estos episodios en la vida, confío en que pronto recibirás buenas noticias, la fé jamas debes perderla aunque el panorama pinte mas negro que gris.

Animo!!!

Aunque no nos conocemos personalmente pero te deseo la mejor de las vibras y pediré por tu Abue en una oración. Yo he pasado por eso y sé lo que se siente.

Un abrazo.