lunes, diciembre 17, 2012

Es un trato, María.

Esta tarde volví a verte... me siento un poco culpable por la sarta de tonterías que se me ocurrió contarte mientra tú, cansada y adolorida, me indicabas con señas lentas que no podías hablar... Sé que los tubos que te mantienen con vida también te lastiman... te causan daño y te cobran con intereses lo que hacen por ti. Sentí tu piel tibia... me animó la idea de saberte mejor.

Sigo firme en mi intención de no dejarme caer, quiero ser la fuerza que mi familia necesita para esperar pacientemente a que te recuperes y vuelvas a la casa para, como acordamos, celebrar juntas con unos buenos tacos de carnitas. Discúlpame abue, a veces mi recurso para no llorar es decir estupideces, espero que te haya alegrado un poquito el día.

Subí los 3 pisos con el corazón agitado, no solo porque lo hice por las escaleras pues me desespera la tardanza del elevador... Tenía ganas de comprobar que lucías mejor que un par de días antes... Me asusté cuando vi a una de tus sobrinas en el pasillo y no junto a ti, como se supone debería estar esperando... pero era solo que te estaban aplicando algún medicamento... 

Algunas personas de la familia no han entendido que sigues aquí, que no te has ido y... no lo sé, me molesta esa actitud... no se vale echarte tierra cuando aún sigues en pie de lucha... Confío en que vamos a ganar.

¿Verdad que sonreías cuando te contaba lo del día de campo en el jardín del hospital?... ¿Verdad que te habría encantado comer pastel con los enanos y ver a Isaac jugar con sus carritos nuevos y a Fer con su vestido de princesa y los caireles que le caían hermosos en su espalda?... ¿Verdad que pronto vamos a comer esos tacos de carnitas que te prometí si te ponías bien y volvíamos pronto a tu casa?... ¿Verdad que sí?...

Me gusta decirte que te quiero y acariciar tu cabecita blanca... y quisiera seguir haciéndolo siempre pero no en el hospital... 

Mi abuelito también te extraña, seguro es el que más... pero se muestra tan fuerte y tranquilo que me avergüenza traer los ojos hinchados de tanto llorar. ¿Sabes, abue?... algo me dice que no te vas, no María... aún quedan cosas por vivir, por compartir... tú no sabes cuánto te necesitamos... 

Me gusta recordar tu voz y te voy a decir un secreto: la única que puede, y además me gusta, decirme 'laurita' eres tú... y mi abuelito Pime... además no olvido que fuiste una de las que me apoyó en la decisión de estar con mi Tarzán... tus porras fueron (y serán siempre) lo máximo. ¡Gracias abue!

Una cosa más, María... acuérdate que hicimos un trato... solamente necesito que me digas si quieres acompañar con guacamole, pico de gallo, frijoles y salsa molcajeteada.

¡TE AMO!


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