Por fin volví a la casita, aunque hace ya un mes que pisé suelo queretano con el objetivo de no volver a abandonarlo nunca jamás de los jamáses... y en estos días de acomodar, desempolvar y adaptarse nuevamente, descubrí que hay un gato (gordo, blanco con manchas negras y de mirada casi tierna) al que le gusta meterse a mi patio... no sé si a jugar, a romper lo que encuentre o a hacerse pipí dejando ese olor nauseabundo que tanto me molesta y pica la nariz... Yo no lo había visto, fue mi Tarzán el que me comentó que había un ¡puto gato! en el patio que le metió tremendo susto... el gato a mi Tarzán, no al revés... digo, pa' aclarar. Al día siguiente fui yo la víctima de nuestra (no) querida mascota impuesta... ¡¡represión, represión!!.... digo, nada. Salí a secar una toalla de baño y ahí estaba... me miró, lo miré... grité como loca desaforada y el desgraciadísimo corrió hacia mí, saltó al lavadero y de ahí a la barda de atrás por donde escapó mientras yo seguía gritando y haciendo bolas la pobre toalla que recibió toda mi histeria.
Después del sustazo y las mentadas contra la sacrogatuna madre del intruso, mi Tarzán decidió poner una malla de alambre justo por donde se pasaba el muy infeliz. Pinzas, alambre y malla en mano se trepó y tapó el hueco, pero la malla no alcanzó y quedó un pedacito descubierto por el que creímos que ya no sería posible que pasara pues, además, quedaba hasta la orilla y bueno...
Ayer salí al patio, confiada en ya no encontrar nada porque nuestra malla se veía re bonita y re segura y ¡SUPINCHEMADRE, GATO HIJUEPUTA!... snifs! =(
... pinche minino, sigue haciendo de las suyas, habrá que conseguir más material para librarnos de la gatuna y desagradable visita... además de chutarnos los sustos al salir al patio por las mañanas. ¬¬
¡RECANIJO GATO!
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