miércoles, octubre 12, 2022

¡LO SIENTO MUCHO!



 Hace unas semanas estaba aburrida y buscando algo en qué entretenerme  en YouTube, me encontré con el canal de entrevistas de Yordi Rosado y en ese momento aparecía, como más reciente, la entrevista al Flaco Ibáñez, así que me puse a verla porque no tenía algo más interesante qué hacer. Sí, a ese nivel de hueva estaba. La entrevista fue desde sus orígenes hasta su formación artística, amores y vicios. Dentro de las experiencias que compartió estuvo la muerte de su abuela y su madre, y es de ahí donde salió este post.

El actor aseguró que no es real cuando, por la muerte de algún ser querido, las personas que te acompañan en los servicios fúnebres y te dan el pésame o alguna palabra que intenta ser de aliento, no deberían hacerlo porque caen en un cliché y, en ocasiones, llegan al grado de mentirosos e hipócritas. No estoy de acuerdo.

Decirle a una persona 'lo siento', haya conocido o no al difunto, no se trata de una mentira (en la inmensa mayoría de los casos), se trata de solidaridad y empatía con el doliente. Lo sienten por nosotros, no por el que se fue. Sé que no hay palabras que nos hagan sentir mejor en una situación así, pero también sé que NADIE está obligado a permanecer a nuestro lado durante momentos tan difíciles y dolorosos... Pero se agradece la presencia de personas a las que les importamos, o al menos así tendría que ser, deberíamos valorar un poco más la compañía y el cariño de todos aquellos que, sin necesidad u obligación, asisten a deshoras a un evento que es de por sí incómodo y que, además, estén presentes durante rituales religiosos que muchos ni siquiera practican o creen. 

Es por eso que las declaraciones de el Flaco llamaron mi atención, porque además no es la primera vez que he escuchado a alguien expresarse de esa forma. Me parece, más que injusto, desagradable e ingrato. Y sé que el momento del duelo no es el mejor para entenderlo pero seguir ostentando esa postura, y además hacerlo con arrogancia y desprecio, me parece de pésimo gusto y de un nivel de egoísmo increíble. 

Las personas que se acercan a nosotros en algún evento tan lamentable, al menos para mí, son súper valiosos y, digan lo que digan tratando de darnos consuelo, son el tipo de persona que sabemos que va a estar ahí para nosotros en las malas y las peores. Los 'lo lamento'. 'ya está descansando', 'ahora está en un mejor lugar'; al menos para mí, son válidos, creíbles, honestos y tan importantes como un fuerte abrazo durante esos momentos en los que estamos rotos y por demás vulnerables.

*   *   *   *

Se acerca el día de muertos, estamos a unas semanas de practicar nuestros rituales y hacerles un campito en nuestras casas a todos aquellos que se adelantaron en el camino y que, en muchos casos , sus ausencias aún duelen y se sienten como esa noche gris en la que, entre flores, velas y oraciones les decíamos adiós... No conocí a ninguno de sus difuntos (alguna excepción habrá), pero quiero decirles, mis queridos 2 que 3 lectores, que lamento muchísimo su pérdida y espero que la ilusión del más allá nos aliente a seguir montando altares con ofrendas y fotografías cada año.

El altar virtual y blogueril del 2022 estará coronado con la imagen de una brujilla cósmica que gustaba de hornear pastelitos y regalar sonrisas. Hasta siempre, Itande.


Soy la Chida de la historia.

4 comentarios:

Coŋejo pestilente dijo...

1/2
Uf, qué buena entrada aquí seguimos sus 2 o 3 lectores haha, aprovecho la ocasión para 2 cuestiones; la primera es compartirle una experiencia sobre esto de las pérdidas de seres MUY queridos y el por qué no puedo hablar de "tú", siempre de "usted". Perdón que no resuma pero es que no sé resumir para eso soy un idiota y porque esto creo que ya está lo suficientemente resumido (creo):

Cuando era pequeño, alrededor de unos 7 o tal vez 8 años me regalaron una patineta me encantaba, practicaba DIARIO, al salir de la escuela y terminar la tarea me juntaba con 2 vecinos fuera de mi casa para patinar y patinar, a ellos no les gustaba mucho. Días de patinar me hicieron bueno en ello, entonces me llevaron un día al Kiosco Morisco, puede buscarlo en Google; patinar ahí era glorioso, me lastimaba mucho pero aprendí mucho.
Un día al salir vi a un vecino de muy avanzada edad (unos 80 años a simple vista) pero muy bien vestido, traje azul, corbata, chaleco y hasta un reloj de bolsillo, su piel era blanca, ojos verdes, y buena condición física por la forma en que caminaba, DIARIO salía a pasear en la colonia y por lo que escuché le gustaba nadar. Casi choco con él mientras patinaba haha, sus primeras palabras fueron “Muy buen día joven ¿cómo le va?” me sentí feliz de que a pesar de ser una persona de avanzada edad me saludó cordialmente —en aquellos tiempos los patinadores eran vistos como niños sin educación, pobres y tal vez vándalos, no sé por qué—, le contesté que todo estaba bien y que ya me iba a patinar al Kiosco, casi al mismo tiempo salió mi madre de la casa y nos encontró platicando, ella saludó al señor y por lo que vi ya se conocían “Buenas tardes Don Simón ¿cómo está?” le dijo y comenzaron a platicar. Noté que él SIEMPRE hablaba de usted, no importa si era a mi madre o a mí, siempre era “¿cómo le ha ido el día de hoy?” “¿fue a patinar son sus amigos?” SIEMPRE el usted, me hacía feliz y se me hacía gracioso que me tratara como si yo fuera el adulto y él el niño haha.
Varias veces lo llegamos a ver y siempre me saludaba igual “Muy buen día joven ¿cómo le va?” también tenía buen gusto en la ropa, siempre elegante y limpio un verdadero caballero. Un día mientras patinaba con más amigos y vecinos fuera de la casa, él salió y caminó al otro lado de la calle, dejé de patinar entregando mi patín a mis amigos y lo fui a saludar, ya éramos amigos haha.
Un día sale mi madre y lo invita a comer a la casa, porque sabíamos que vivía sólo y pues lo sentíamos casi como un abuelo (nunca tuve un abuelo), sin embargo él se negó porque nos platicó que su esposa ya le había preparado la comida. Era casado y no sabíamos.
Cuando conocí a su esposa, me sentí muy feliz porque su esposa era como la de Santa Claus (Señora Claus) gordita, de lentes y MUY MUY amable y graciosa, siempre riendo, la abuelita perfecta que sale en las películas.

Cuando llegué de patinar en un día muy caluroso, me encontré con Don Simón y me preguntaba como empezó a hacerlo siempre desde que nos conocimos, cómo había ido mi día y ya le platicaba todo, las veces que me caí, le enseñaba mis heridas en las manos y me decía que fuera cuidadoso, su esposa sale y le dice que ya estaba lista la comida y que fuera por el pan él se “molestó” y le dijo ”¡siempre pan!” ella le contestó con un todo de voz alto “¡Que es para ti porque se acabó ayer!” él se rió y dijo “¡ah es cierto!” y los 3 nos reímos. En lo personal se me hace increíble que hasta las discusiones fueran así, ellos 2 realmente se aman, es lo que pensé, además que era más que obvio que ya llevaban años de casados.

Coŋejo pestilente dijo...

2/2
Desde esos tiempos yo los considero como mis abuelos no oficiales haha.
Unos años después yo me compró un nuevo patín porque el viejo lo rompí en una caída de escaleras haha. Después de probarlo no me gustó porque estaba muy rígido, nada que ver como el anterior. Regresando de un día completo de patinar y patinar sin éxito alguno me topé con Don Simón, él venía hacia mí porque se dirigía a la panadería y yo a mi casa, a unos metros le saludé “¡Hola Don Simón!” grité, pero entre más me acerqué miré que tenía los ojos MUY irritados, rojos y lentamente con una voz entre cortada y casi sin volumen apenas pudo decirme “buenos días.” me tocó la cabeza y siguió caminando. Estaba llorando.
No quise preguntarle nada porque cuando alguien lloraba nunca (hasta hoy en día) supe que hacer, mejor me retiraba. Mi madre llegó y durante la comida me platicó que se lo encontró y le dijo que su esposa había muerto. Yo me entristecí mucho, me fui a mi habitación la televisión encendida, ni la estaba viendo, no recuerdo qué había, no recuerdo nada, sólo estaba acostado en mi cama viendo el techo y sintiéndome tan mal. Ella no se veía de edad avanzada, de hecho Don Simón se veía mucho más viejito, no entendía muy bien cómo funcionaba eso de la muerte, según mi escaza información era que los más ancianos se iban antes que los menos.
Los días siguientes llegamos a encontrar a Don Simón caminando siempre con la mirada perdida, ahora su saluda era un simple y vacío “buenos días” que ni significaba eso, era quizá sólo por educación y seguía caminando. Me iba a patinar pero ya no era lo mismo, el patín nunca me funcionó como el que rompí, me enojé y comencé a odiar patinar. Mi madre volvió a invitar a Don Simón a comer a nuestra casa, no quería, le enviamos comida a su casa, nos agradecía y nos regresaba los platos lavados.
Cuando estaba de vacaciones salía todas las mañanas a patinar al Kiosco, mi madre prefería quedarse a descansar. Uno de esos días llegué y mi madre me dijo lo que me había cambiado la vida para siempre.
Don Simón se murió.
—Nunca lo superé, aún ahora mientras escribo esto me vengo abajo—.
Era más que obvio la causa de muerte, decían que fue un paro cardiaco pero mi familia sabe que murió de soledad y tristeza. Dejé de patinar, no salí más al Kiosco, no quise ver a los amigos del barrio. Lloré por varios días, hasta que llegué a pensar que si él siguiera vivo y estable como lo conocí, hubiera odiado verme así, volví a salir a pasear pero sin patín, sólo caminar.
Terminando las vacaciones entré al siguiente ciclo escolar, había estudiantes nuevos y maestros también, como seguramente muchos han pasado por lo mismo; los profesores nos pedían que nos levantemos de nuestros lugares y nos presentáramos. Una vez llegué a pensar que me hubiera gustado que Don Simón fuera por mí a la escuela, mientras pensaba eso me tocaba presentarme a mí, y comencé con una frase que me hubiera encantado que él la escuchara : “Buen día tengan todos ustedes ¿Cómo les va?”. Lo curioso es que lo dije con la misma forma que él me lo decía, haciendo una pequeña pausa después del “ustedes”. Posteriormente cada vez que le hablaba a los compañeros de escuela siempre les hablaba de usted, una maestra me preguntó el por qué lo hacía, le dije que así me educó mi abuelito.

la chida de la historia dijo...

Qué maravillosa historia, me conmoviste hasta las lágrimas, mil gracias por compartir esto conmigo y, si me lo permites, me encantaría compartirlo con mis otros 2 lectores... Te envío un abrazo virtual y estoy segura que don Simón te observa y te saluda desde algún lugar...

Coŋejo pestilente dijo...

Puede compartirlo con quien usted guste haha, tenga bonito día.