martes, noviembre 14, 2023

Sé chingona. (borrador del año pasado)

Durante toda mi vida tuve la obligación auto impuesta de ser fuerte, de no mostrar mis verdaderos sentimientos y, a pesar de los reveses de la vida, jamás permitir que el miedo se apoderara de mí porque, de lo contrario, el riesgo era perder y, por supuesto, hay lujos que la chida de la historia no se puede dar. Siempre funcionó portar la armadura por pesada que fuera y hoy, sin temor a equivocarme, creo que el entrenamiento funcionó.

A lo largo de los últimos 6 años, mucho más que antes, tanto familiares como amigos cercanos me han expresado lo fuerte que consideran que soy, lo guerrera que les parezco y la admiración que les produce mi actitud ante los asuntos respecto a mi fallida salud... Y yo, queridos 2 que 3 lectores, me niego rotindamente a colgarme medallas que no me corresponden, es decir, he sido lo más fuerte que mi cuerpo, mente y corazón me lo han permitido hasta el momento, pero no niego que ha habido infinidad de ocasiones en las que he deseado tirar la toalla... Pero no, la chida no puede dejar de ser chida hasta que papá Dios así se lo exija, y eso solo va a suceder el día en que Él decida llevarme a su lado.

 Es difícil tratar de hacer un recuento de 6 años y el coyote calamidad en el que me he convertido: 

  • Hipertensión que costó muchísimo trabajo regular porque varios medicamentos no funcionaron para mí, la búsqueda fue exhaustiva pero, afortunadamente dimos con la nomenclatura adecuada para mí.
  • Retinopatía diabética proliferativa avanzada, desprendimiento de retina, varias cirugías oculares y, como resultado, 20% de visión en el ojo izquierdo y 70% en el derecho. Tras las cirugías tuvieron que pasar meses y meses de recuperación casi sin moverme pero, al final agradezco tanto no haber llegado a la ceguera total.
  •  Insuficiencia renal. Ese ha sido uno de los procesos más difíciles que tuve que pasar, muchísimo dolor acompañado de gritos, muchísimas lágrimas, mil horas de convalecencia y, en el ínter, el sufrimiento paralelo de mi familia por el riesgo tan grande que había (y que incluso se los dijo la doctora que me atendía entonces) para esperar el peor de los escenarios. Buscar al especialista adecuado para mis necesidades, no solo físicas, sino emocionales y humanas... Encontré al mejor nefróogo que podría haber soñado jamás. Trabajo físico para recuperar la movilidad de mis piernas que se vieron afectadas por la retención de líquidos, el uso constante y dolorosísimo de medias de compresión y la inactividad... Dietas rigurosas y ejercicio que me costaba 4 veces más de lo normal. Los medicamentos caros, dolorosos, con efectos secundarios fuertes y el constante aprendizaje acerca de mis nuevo (obligado)estilo de vida.
  • El duelo. Perdí gran parte de la vista, así que perdí también mi pasión y mi trabajo, además de mi autosuficiencia... Ha sido muy difícil entenderlo, aceptarlo y aprender a (sobre)vivir con ello, quizá ha sido la parte más dolorosa de todo esto.

Y no, no soy una guerrera, tampoco tengo mérito alguno más allá de mi amor por la vida, mi familia y lo que, a pesar de todo, sigo amando con todo mi ser y me niego a abandonar. Nadie me preguntó si quería esto, por supuesto que se trata de una cuestión circunstancial que viene de asuntos que no estuvo en mis manos (ni en las de nadie) prevenir, así que solo puedo seguir adelante porque esa es la única opción que me parece viable.

Y agradezco, de verdad lo hago, a todos aquellos que han estado a mi lado en todo este tiempo porque, sin temor a equivocarme diré, sin ustedes yo no seguiría aquí. Acaso esa fuerza viene de Dios y de ustedes porque yo, se los digo desde el corazón, yo sola no podría.

Cada mañana agradezco a Dios que me regale la oportunidad de abrir los ojos, de respirar, de sentir aunque sea dolor, agotamiento y náuseas... pero seguir sintiendo que estoy viva y que puedo dar muchísimo más aún. Cada tratamiento, por doloroso o incómodo que parezca, representa una oportunidad para seguir latiendo, para seguir creciendo y aprendiendo, para seguir siendo la Chida de la historia.

2 comentarios:

Coŋejo pestilente dijo...

Uh qué la chingada, no le podemos decir "ánimo" y ora ni que asté es fuerte, ni guerrera ¿tons?. Todo eso que relata es un maldito infierno, y asté sigue adelante, ok, no le digo "guerrera" tons le digo que asté es una mega-chingona ¿mejor?. Ya de por sí me cuesta un huevo escribir hasta el más simple comentario porque me da PÁNICO (literalmente, por la ansiedad social) meter las 4 patas y hacer enojar a la gente ora menos, que digo por otro lado es bueno saberlo, porque así ya sé qué no decir pa' no cagarla. Ora que también podría hacerle como los mensajes automáticos que ya aparecen en el G-mail que nada más damos clic y se mandan tipo "¡Qué genial!", "le daré seguimiento" y mamadas así pero siento que sería precisamente una falta de respeto, sería algo así como dejarla en visto con las 2 palomitas azules y eso sí nuncamente yo sí comento de puño y letra (o con el teclado puesn) pa' que vean que sí hay gente que lee y está con astedes, ya mejor escribo "ustedes" porque ya se me está pegando y voy a terminar diciéndolo mal cuando lo escriba y lo diga, ay nanita.

la chida de la historia dijo...

1. Por favor, nunca tenga pánico de decirme lo que piensa, en serio, su opinión es valiosa para mí y siempre agradezco sus comentarios.
2. Sólo digo que no considero tener ningún mérito, sólo vivo porque tengo la oportunidad de hacerlo.
3. Nadie debería usar jamás las respuestas pre diseñadas, son una asquerosidad. Mil gracias por regalarme de tu atención y tiempo.