No es que yo no lo supiera, al contrario. soy muy consciente de mi realidad actual. de lo que perdí y de todo lo que implica dicha pérdida pero, carajo, es que a veces me siento más poderosa de lo que realmente soy y, puta madre, la realidad se da el lujo de abofetearme cada vez que se le da la gana.
Hace un par de meses por fin, después de años de tratamientos y cirugías, pero jamás falsas esperanzas, me dieron la etiqueta irrefutable de 'visión baja', lo cual quiere decir que tengo un tipo de discapacidad porque, sin miedo al sentido estricto de las palabras y sin hacernos chaquetas mentales acerca de que no son discapacidades sino capacidades diferentes, no mamen, sabemos que las limitaciones son reales solo que, en este caso particular, no se notan y puede que hasta hagan a los demás dudar de su veracidad, ya no hablemos de su gravedad.
He aprendido, a fuerza de tropezones. a sortear escalones, baches, postes y desniveles... Muchas veces he pasado momentos incómodos cuando una persona me extiende la mano para saludarme u ofrecerme algo y yo no me doy cuenta, me apena muchísimo preguntar por algún objeto y tenerlo frente a mí o cuando intento alcanzar algo pero no mido la distancia o no sé las proporciones y termino 'haciendo el oso' pareciendo torpe cuando simplemente no veo bien.
La vida cotidiana es difícil y lo ha sido más la profesional, de la cual tampoco queda mucho. Mi amor por las artes, los colores, las formas y las proporciones sigue intacto, pero es dolorosísimo ya no poder apreciar las cosas como son en realidad y peor aún es ya no poder producir casi ningún tipo de material visual y, como era casi lo único que sabía hacer más o menos bien y que además era mi forma de sustento, es sumamente complicado, además de vergonzoso, ya no poder valerme por mí misma y sentirme, de manera constante y a pesar del apoyo e inmenso amor de mi familia, una carga pesada e inútil.
A veces es difícil también lidiar con las personas que, aún con todísima la buena intención del mundo, tratan de dar ánimo con frases como: lo importante es que estás viva, podría ser peor, hay gente que ya no ve nada, al menos puedes caminar...
Y yo sé, de verdad que lo sé, que lo hacen con buenas intenciones pero no ayudan cuando exigen que me sienta manos mal y que aún con dolores físicos y emocionales encima, mantenga el optimismo en alto... Denme chance, please, la Chida de la historia a veces no es tan chida como ustedes creen y, sin ánimo de hacerme la 'vístima', a veces necesito tirarme al piso en posición fetal y llorar un poquito sin que me juzguen o me presionen.
Ya no trabajo, bueno, a veces hago cosas chiquitas con un zoom escandaloso y consigo, a modo de placebo, curar un rato mi necesidad creativa y generar unos pesitos con el sudor de mi frente y el ardor de mis ojitos pispiretos. Hace un par de días acepté hacer una pequeña producción de tazas sublimadas y todo iba bien, el diseño fue autorizado a la primera y, con un par de tropiezos con mi proveedor de materiales, logré llegar a la parte de impresión pero me encontré con colores pastel muy suaves que mis ojos fueron incapaces de distinguir sobre el papel blanco y entré en crisis, una cubetada de agua helada me cayó encima con todo el peso de la realidad... El marido entró al quite y me ayudó a cortar cada papelito y dejarlos listos para ser quemados. Las tazas estarán listas a tiempo y, con lágrimas y frustración de por medio, opté por sentarme un ratito a escribir como antaño, en la computadora, rodeada de lápices, plumones de todo tipo, pinceles, dibujos viejitos y demás chunches que saturan la superficie de mi escritorio y la de mi nostalgia al mismo tiempo.
Soy la Chida de la historia.