viernes, marzo 28, 2025

103

Mi abuelito nació el 24 de marzo de 1922, bueno, el día está en 'veremos' porque, aunque siempre le hemos festejado el 24 (porque él jura y perjura que nació ese día), su acta de nacimiento dice que fue 6 días después. Enigüei. 

Sean peras o manzanas, el abuelito ya vio 103 primaveras florecer y, a pesar de su avanzada edad, sonríe como niño chiquito cuando le cantamos las mañanitas y salen las chispitas de las 'velas' modernas que adornan ahora los pasteles.

A veces él ya no sabe de fechas, de las horas del día o de personas;aunque sea con las que convive 24/7. Su estado de ánimo es tan variable que puede soltar una carcajada de la nada o enojarse al grado del berrinche porque le preguntan si aún tiene café en su taza.
La puerta de la casa de mis papás está cerrada con llave todo el tiempo porque, como las gallinas de plastilina, mi abuelito está constantemente con intenciones de fuga, razón por la cual, porta un brazalete con un código y un chip por si (las putas re cochinas dudas) se llegara a extraviar alguna vez.
Son las mismas calles que ha recorrido durante más de la mitad de su vida pero él ya no es el mismo, su mente divaga y se pierde entre recuerdos lejanos y lagunas tan profundas como repetitivas. Alguna vez, incluso, se ha perdido dentro de la casa, se desorienta y ya no sabe dónde está el baño, la cocina o su cama.

No lo niego, muchas más veces de las que me atrevo a reconocer, me frustro o me enojo porque el abuelito se niega a comer o cuando meterlo a bañar parece un reto con medalla olímpica como premio. Romantizar la edad avanzada es algo que no voy a hacer, por supuesto que es muy bonito tener a mi abuelito al lado y verlo todos los días pero, duele mucho cuando la nostalgia se desborda, cuando es consciente de que ya nadie de su generación sigue en pie, cuando recuerda sus chido aventuras de la infancia o su gran amor con mi abuelita Meche. Es horrible tener que estar justificando también las ausencias de aquellos que no pueden o no quieren estar cerca, los que aún viven pero da lo mismo si no. En fin.

Muchas veces, mi abuelito ha dicho que ya es hora de partir, pareciera que lo anhela y no lo culpo. Los días pasan rápido para muchos pero para él ya da lo mismo uno u otro. Varias veces he pensado en la posibilidad de decirle adiós, como hace 3 años que enfermó de gravedad y estuvo en cama mucho tiempo, la libró, gracias a Dios. Mi teoría es que su misión aún no termina, su alma aún tiene mucho que aportar a todo el que quiera ver, escuchar y sentir su presencia.
 
Abuelito
 
Si me lo preguntan, estoy muy orgullosa y me siento totalmente bendecida con la presencia del hombre más bueno del mundo en mi vida. Por los recuerdos, las historias, las sonrisas, el aprendizaje y todo el amor que me ha regalado desde siempre. 
Yo no le reclamo nada a Dios, no podría y, por el contrario, agradezco infinitamente por la vida de este hombre tan bueno y tan maravilloso que, el día que el Padre lo llame a su lado, yo estaré feliz porque él lo estará por fin otra vez y para siempre.
 
Soy la Chida de la historia.

miércoles, marzo 26, 2025

Pagaré.

 Ya sé, ya sé... Estoy consciente de que debo una entrada acerca del cumple de mi abuelito pero, se los jurísimo, esta semana ha sido particularmente difícil y llena de ires y venires aquí y allá. En fin, sólo para que si alguien me lee (eco ecooooo) sepa que no me olvido de lo prometido. 


Cambio y 'jueras', por ahora. 

Soy la Chida de la historia.

domingo, marzo 23, 2025

Seguir cantando...

La de hoy fue una tarde extraña. 
Yo canto en el coro de la iglesia y, normalmente, sirvo en la misa de 7.30 pm cada domingo. Lo que suele ser para mí el momento más esperado y más bonito de la semana, terminó siendo algo raro, chistoso, confuso.
Durante la Consagración, cuando todo el pueblo está de rodillas, se escucharon varias detonaciones muy (demasiado) cerca del templo pero nadie prestó atención porque, además, supongo que ninguno estábamos seguros de lo que era y bien podía tratarse de otra cosa y, para ser honesta, aquí no tenemos desarrollada aún la capacidad de reacción ante algo así. Un par de minutos más adelante se escuchó nuevamente otra ráfaga pero ahora más lejos. La misa continuó pero, durante la comunión se escuchó el movimiento de la gente, los susurros inevitables y un ruido fuerte al momento de cerrarse las puertas y ventanas del templo. El coro siguió cantando mientras moviamos a los que estaban cerca de las ventanas para disminuir riesgos y el corazón latía frenético.
No sabíamos lo que estaba pasando, yo sigo sin saberlo, y lo que sentía era un montón de emociones contrastantes porque, si bien no le temo a la muerte y morir en uno de los lugares que más amo sería una bendición (sé que lo entienden), al mismo tiempo me sentía aterrada porque ahí estaba parte de mi familia y jamás querría que les pase nada malo.

Hoy ofrecimos la misa por los 103 años de vida de mi abuelito (esa historia se las cuento mañana que es el día oficial)... Al final de la celebración, el sacerdote le dio una bendición especial y también le pidió una. La gente estaba súper enternecida por el momento tan bonito pero creo, estoy segura, que la mayoría sólo queríamos llegar a casa a ver a los nuestros sanos y salvos.

Es increíble lo que consigue la adrenalina, no puedo imaginar que haya gente obligada a normalizar algo así, no es justo. Gracias a Dios por ayudarnos a mantener la calma, por permitirnos volver a casa y por no cerrar nuestra garganta para poder seguir cantando aún a pesar del miedo, del estrés y de todo. 

Soy la Chida de la historia. 

martes, marzo 18, 2025

Lo que el viento se llevó.

 Me siento frustrada, envidio mucho la voluntad y la energía que tienen las personas para hacer mil y un actividades. Estoy consciente de mi estado de salud y de las casi nulas posibilidades que tengo por ahora para hacer todo lo que quisiera pero, se lo decía ayer a una amiga, 'qué difícil es ser un bulto'. 

La pinshi anemia me tiene harta, sumamente cansada, más allá de lo literal... Tenemos ya 8 años de ser comadres y habíamos podido sobrellevar la una a la otra pero, de noviembre para acá, la cosa se ha puesto fea y siento que la toalla está a dos de caer al suelo... Pero no, ese es un lujo que no me puedo dar ahora mismo. Afortunadamente, la hemoglobina va remontando y poco a poco (poquísimo) me voy sintiendo mejor, es sólo que me encabrona no tener la fuerza suficiente para ir al gimnasio a diario, para cocinar o hasta para salir a comer o tomar algo, sin mencionar la abrumadora cotidianidad. En fin, a veces creo que este blog debería llamarse 'mariconerías, lágrimas y algo más'. 


Ya, pues... 

Soy la Chida de la historia.

 

miércoles, marzo 12, 2025

Amistades de antaño.

Desde hace casi dos décadas me topé con este individuo y, lo que en ese tiempo comenzó como un intento de ligue juvenil, hoy es una entrañable amistad que, aún con sus altas, bajas y jalones de greñas, es de un infinito valor para mi corazoncillo de porra.

Sería imposible describir aquí la cantidad de aventuras que hemos compartido (el individuo y yo), así que nos voy a ahorrar la pena... Pero creo que mi post viene de lo que ha pasado el último año y medio, las situaciones complicadas por las que cada uno ha tenido que atravesar y que, al final, compartidas con el otro se han traducido en aprendizaje y una muestra mutua de cariño, complicidad y lealtad. El año pasado falleció su mamá, tuve la oportunidad de acompañarlo durante la misa previa a la cremación, estuve a su lado durante un tiempo breve porque (para variar) mi salud andaba re chafa por esos días (un poco más de lo habitual), así que traté de hacerle saber que estoy con él siempre y que, aunque el dolor sea grande, cuenta conmigo para llorar juntos y salir adelante con un poquito de tiempo y la ayuda de Dios.

No supe qué más hacer, él es una de las poquísimas personas de las que los abrazos son bienvenidos, así que lo abracé lo más que pude y después le di tiempo y espacio para que él decidiera el momento de vernos y hablar de cualquier cosa. Pasaron varios meses y, aunque siempre mantenemos el contacto vía whatsapp, volvimos a encontrarnos físicamente hace un par de días.

Ambos tenemos la misma edad, él apenas unos meses mayor pero con muchas más canas y arrugas, la misma sonrisa socarrona, la misma complicidad, las mismas estupideces de las qué reír, terribles gustos musicales pero el mismo gran corazón y esa esencia que me obliga a soportarlo todo el tiempo que Dios nos permita seguir juntos.

Te quiero, Rafa. 

Soy la Chida de la historia.