martes, agosto 17, 2010

Milagros o estúpidas coincidencias de la vida...

Sonreír no es la cosa más difícil del mundo... aunque para algunos resulta todo un reto. A mí en lo personal me encanta hacerlo... me gusta enseñar los dientes, aunque no me hayan tocado los más bonitos... Sin embargo hay algo en mí que a algunos se les antoja como amargura, mal humor o simple mamonería... da igual.

A pesar del tiempo, de las lecciones y de las cosas, buenas y malas, que han pasado en mi viduchita de porquería... aún no logro que no haya detalles que me corrompan el ánimo y se conviertan en una irrechazable invitación a 'colgar la jeta' o murmurar cositas de las que luego termino arrepintiéndome.

Hoy llegué de malitas a la oficina... y habrá quien piense: '¿qué es lo nuevo?'... pero chingá, una tiene derecho a disfrutar del mal viaje... estar calladita porque, además, así me veo más bonita... Pero no, de pronto tengo que 'chutarme' la estúpida anécdota que provoca lágrimas de cocodrilo en la protagonista... no sé qué decirle. Tengo todas las ganas de carcajearme en su nariz pero, ya saben, las normas de comportamiento laboral no lo permiten y yo... yo estoy demasiado nefasta para ser malcriada y grosera el día de hoy... 

Resulta que llega 'doña cacatúa' a la oficina... blah, blah, blah y el habitual parloteo que inunda de peste superficial la oficina... De pronto,  por alguna razón... que me vale madres como todo lo demás... abre su cartera, pela ojos de plato y comienza a gimotear cual niña sin amor... Me veo un poco obligada a preguntar 'qué pasa'... pero reprimo mis palabras y quien las dice es alguien más... finalmente me enteraré del chisme, quiera o no... ¬¬

Con todo el drama que le es posible nos cuenta una historia... que no voy a contarles completa porque me da flojera y una sutil y asquerosa mezcla de ganas de vomitar y reír como loca... El punto es que hoy en la mañana se topó con una chica que acababa de ser asaltada, perdió toditita su lana y ella, la cacatúa, no pudo contener su generosidad y así, sin más que un corazón conmovido, le regaló 500 pesos... (¬¬)... los únicos que traía. Al llegar a la oficina encontró el billete en la cartera... estaba sorprendidísima y lo único que pudo hacer fue ponerse a llorar, decir que sólo a ella le pasan esos 'milagros' y blah, blah, blah.

En ese momento pensé: 'chale, y yo quejándome'... pero no por la bondad, los milagros o las estúpidas casualidades de la vida... sino porque mi viducha tiene cosas reales, es decir, no tengo que andar inventando nada... porque fue invento, yo lo sé... no es la primera vez que la cacho en una de esas tontas historias salidas de su 'cacatuezca' cabeza hueca...

En cuanto terminó de contar la anécdota yo me hice la occisa y volví a mi monitor, trazos y colores... me fue un poco difícil no soltar la carcajada, pero lo logré. Creo que las otras chicas de la oficina soltaron un forzado 'órale'... y también volvieron a sus actividades...

La nefastez se apartó de mí... deseé que el tiempo pasara rápido y las ganas de ver, abrazar y besar a mi Tarzán hicieron presa de mí... pero no... aún faltan unas cuantas horas. SNIF!

*     *     *

Por cierto, no les he contado que ya estamos en el nuevo departamento las cajas estorban cada paso que damos ahí dentro... espero que ya podamos acomodarnos en estos días... 

El domingo en la noche me caí y me lastimé la mano... ¡BIENVENIDA!... Ayer me hicieron una radiografía y no había huesos rotos, sólo un esguince en la muñeca. Duele mucho... pero estoy feliz.

Soy la chida de la historia.

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5 comentarios:

Luisz dijo...

Yo prefiero pensar que ella creyó darle el billete como una buena obra, pero en realidad no se lo dio, así que sólo la emocionó y la dejó peor.

¡Cacka!

la chida de la historia dijo...

jajajaja... mi teoría es parecida... Quizá pensó en dárselo y luego se perdió entre lo que pasa por su cabeza y lo que pasa en la realidad... al rato encontró el billete y, confundida, reaccionó estúpidamente... XD

Saludotes!

Adriana Miranda dijo...

Me recordaste a una mujer parecida, pero ella perdía dinero más de una vez por semana – o eso contaba siempre - y en su infinita bondad decía “Dios se lo entrego a alguien que lo necesitaba más que yo”. Shaleee, en mi pueblo se llama pendejez y Dios no tiene que ver en ello =)

Saludos

Carlos dijo...

Para mi sonreir es hacer tu parte en el largo camino de mejorar este mundo, las sonrisas son contagiosas.
Y la chava bueno ni que decir en lo particular me fastidian los cuantos chinos mezclados con milagros, porque siempre buscan la respuesta mas inverosimil habiendo tantas posibilidades mas factibles

Anónimo dijo...
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