Desde que me mudé al departamento muchas cosas han cambiado… no es que desde entonces todo sea miel sobre hojuelas… pero ya no me deprime pasar tiempo a solas. Si recuerdan, mis queridos 2 que 3 lectores, antes hacía hasta lo imposible por no estar en casa y menos si tenía que estar ahí sin mi Tarzán o mis hermanas.
Ahora que el trabajo en la oficina ha disminuido considerablemente mis horas deben transcurrir fuera de ella, de tal modo que el lugar al que debo ir es MI casa… y no correr a refugiarme a casa de mi mamá, al café con las amigas o a las cervezas con los cuates…
Digo, no es que pretenda encerrarme, al contrario, los planes de estar activa son más fuertes hoy que nunca… lo que quiero decir es que la situación ha mejorado con respecto a permanecer un tiempo en casa… a solas. Sin embargo he de reconocer que no dejo de cargar con esa sensación de extrañar… sobre todo a mi Tarzán, con quien los momentos compartidos son menos de los que ambos desearíamos, no en calidad como en cantidad… pero estamos trabajando para solucionar este punto.
El fin de semana que recién pasó fue genial, hubo tiempo para planear, pensar, sentir y hacer cosas diferentes… el negocio con las hermanacas está estructurándose y dándonos ánimo como hace mucho tiempo no teníamos… en común. Mi Tarzán y yo también hemos estado trabajando en algo… como les conté, las ideas no paran en mi cabecita que a ratos se pasa de la raya… pero ahí está él para decirme en qué momento detenerme… Creo que somos un buen equipo… ambos sabemos hacer muy bien nuestra parte… y eso me encanta.
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No sé a qué se deba pero el patio, el estacionamiento y algunas calles están llenas de saltamontes… mi Tarzán dice que son otro tipo de bicho… pero da igual, me dan un miedo incontrolable y muchísimo asco… apenas puedo evitar gritar y es un verdadero suplicio pasar por alguno de los lugares mencionados… Es complicado porque para llegar a casa o a la oficina debo ir corriendo para evitar que alguno de esos ‘asquerosos’ me salte encima… en la peor de mis pesadillas no sería uno… sino como en la películas de terror, montones y montones de esas ‘cosas’ sobre mí y yo gritando como la histérica que a ratos soy… Argh!
Pero, tomen nota, ninguno de esos bichos va a ser obstáculo de los sueños que llevo cargando… por muchos saltitos que tenga que dar para esquivarlos, por más gritos contenidos y risitas nerviosas de vergüenza… aunque sea a punta de saltamontes… llegaré a donde tengo pensado hacerlo… si no, ¿cómo seguiría siendo la chida de la historia?
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