Siempre lo he dicho, una de las cosas más difíciles de la viducha es decir adiós. Sobre todo, es difícil y doloroso, cuando se trata de algo/alguien que ha estado presente durante mucho tiempo... desde siempre.
Hoy debo decir, una vez más, adiós a la chispa de la vida, adiós a uno de mis vicios legales, adiós... querida Coca-cola. Tuve que llegar a esa decisión (terrible) porque mi salud está de por medio... Como ustedes (muy bien) saben, mis queridos 2 que 3 lectores, el cierre de edición suele dejarme en calidad de trapo... el estrés acumulado rebasa los niveles permitidos, la ansiedad me obliga a hacer/decir/sentir/pensar cosas que ni yo me la creo... sin querer-queriendo me la pasé, varios días, sentada frente al monitor con pésima alimentación, nulo ejercicio físico y demasiada presión como para preocuparme por esos detalles.
Me gusta tomar agua, lo disfruto... pero no voy a negar que a ratos, más frecuentemente de lo que quisiera, el recurso a la mano es una (deliciosa, sensual y adictiva) coca cola. ¡No más! A partir de hoy dejaré de lado la 'imperiosa' necesidad de beber ese delicioso, aunque dañino, elixir gaseoso. No sé cuánto resista, espero que más que la última vez... un par de días, creo que fueron... procuraré mantenerlos informados.
Algunos de ustedes han de pensar: ¡qué pinche exagerada!... y los entiendo... pero al final me vale madre, como se lo dije a mi Tarzán, es una decisión personal con el único objetivo de sentirme mejor, renovar hábitos y, si se puede en consecuencia, bajar un poquito la lonja... de fallar en el intento, que mi consciencia lo reclame.
Deséenme suerte, beban alguna 'coquita' en mi honor y échenme toda su buena vibra, plis.
Soy la chida de la historia.
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