Me preocupa muchísimo descubrir el momento en que dejé de ser yo para convertirme en la nenita llorona que algunos siempre pensaron que fui... me molesta darles la razón y tragarme telodijes junto con lagrimitas de aserrín.
Mis nervios se alteran cuando miro atenta y fijamente mi realidad que dista mucho de ser la que quizá habría soñado... o la que tanto me esmero en gritar a los 4 vientos y ni existe.
Soy una maraña de emociones, todas bien culeras, que se ponen en mi contra... me apedrean, me escupen, se ríen en mi cara... y yo, pendeja, ni las manos meto... les permito que me hagan blanco de sus burlas y sus reproches porque, como bien dicen por ahí, sola me pongo de a pechito y ni cómo ayudarme.
Mis fantasmas son míos, única y exclusivamente... y aunque a ratos me gustaría compartirlos sé que no sería justo, sé que debo hacerles frente sin esperar a que alguien más lo haga porque, aunque lo intentaran, mis fantasmas son bien celosos... conocen su exclusividad y no se van con cualquiera... menos con los que no creen que existen.
Cuando pienso en el amor... tonta, recuerdo cuando no creía que existiera, cuando me contentaba pensando que el trabajo lo era todo... cuando no esperaba nada de nadie y tampoco pedía lo que no necesitaba... que lo recibía, sí... pero jamás con una intención importante... la relevancia era momentánea, efímera y casual. Hoy aquí, mañana quién sabe.
Pero sucedió lo que jamás me hubiera imaginado... ya lo saben todos ustedes... solo que tampoco es como me platicaron y la responsabilidad es muy grande.
Es cierto que no es mi misión, ni la de nadie, 'ser' felicidad ajena... pero confieso que existen las ganas y la disposición... aunque también la imposibilidad y... aunque a ratos duela, sé también que la única que puede labrar mi propia felicidad soy yo... solo yo.
Así que aquí estoy hoy, con la cabeza llena de humo negro... con las telarañas más retorcidas que nunca y con el corazón hecho nuditos... sin embargo creo y quiero que ese humo se vuelva blanco... quizá se escape por mis orejas, mis poros nasales o incluso por la boca... pero que salga, que se exhiba presuntuoso y pueda yo exclamar: ¡habemus sensatez!
Soy la chida de la historia.
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