… y a mi papá. Snifs.
Ya lo saben ustedes, queridos dos que tres lectores… la chida de la historia es una quejica que agarra cualquier pretexto para reclamarle a la vida… esta no es la excepción, pero creo que el motivo es válido… Hace tiempo que no tengo oportunidad de ver a mis papás, es decir, verlos de manera literal sí, pero convivir con ellos, platicar, ayudarlos con sus ocurrencias y apapacharme con ellos, no.
El tiempo es, definitivamente, el peor de mis enemigos… pero lo es también el complejo de muégano que tiene mi familia. Trataré de explicarme: desde siempre hemos estado juntos, juntos de la manera más literal que sea posible… los desayunos, comidas y cenas familiares, las celebraciones, los momentos para el recuerdo… pero eso era antes, cuando no había responsabilidades y compromisos qué cumplir… cuando mi centro no se había movido, cuando yo no tenía 'mi propia' familia y mi propio espacio. La distancia física que hay entre mi casa y la de ellos, los tiempos que no coinciden porque mi trabajo y sus actividades, en fin.
Sufro porque estaba acostumbrada a estar allá todo el tiempo, porque cada cosa (bonita o fea) que pasa en mi vida, quisiera compartirla con ellos… sufro cuando me entero de cosas chidas que hacen de manera improvisada y yo no puedo estar presente… No puedo negarlo, quienes me conocen saben que lo más importante para mí es mi familia… pero soy consciente de que mi familia también es mi Tarzán, y tampoco niego que, si pudiera, estaría TODO el tiempo con él. En fin que es una pinche sufridera porque, cuando estoy con mis hermanas y mis papás, pero mi marido no puede estar ahí, sufro porque lo extraño y lo necesito… y viceversa. Ya sé, soy todo un caso.
A mis hermanas las veo, al menos, una vez cada 15 días… pero mis papás tienen cada vez menos tiempo de estar en casa los fines de semana… y los entiendo, además de que me da gusto, tienen un nuevo terreno que hay que fincar, plantas nuevas qué cuidar… muchos planes por hacer y por cumplir… así que no puedo ponerme nena, eso sería egoísta.
No ser egoísta es difícil… además, repito, el pinche tiempo no perdona… debo aceptar que mis problemas los debo resolver yo, como el adulto que soy… pero tampoco niego que me encantaría acurrucarme en los brazos de mi papá y llorar hasta que quedarme dormida… pero mi 'adultez' indica que no es de esa forma como se solucionan las cosas… ya estoy muy grandecita como para ponerme a llorar y que alguien me consuele por ello. Baaaahhhh!!
Sé que tengo muchas razones para sonreír… quizá son solo las hormonas que me juegan chueco y que a ratos me hacen derramar una lágrima hasta porque la pinche mosca vuela… pero en este preciso momento siento que algo me falta, y no sé qué es… quisiera descubrirlo, hacer algo al respecto y dejarme de tanto drama… ¡ni que fueran enchiladas, chingao!
Si me preguntaran ahora mismo si soy feliz, sin duda respondería de inmediato que sí… de verdad, tengo mucho que ni merezco… pero soy tan mamona que, quién no, siempre quiero más… y es justo por ello que lucho todos los días por mejorar… por crecer… por sonreír muchísimo más…
Soy la chida de la historia.