Hace poco pensaba en lo aburrida que se ha tornado mi vida, no me mal entiendan... las personas a mi alrededor son lo máximo, me quieren y me cuidan como si yo lo mereciera... pero pensaba en las panchoaventuras que, antes, eran parte imprescindible de mi día a día. Quizá es que me volví alguien común y corriente... quizá es solo que la aburrida soy yo.
Pero diosito bimbo da sorpresas y últimamente me ha regalado carcajadas al por mayor.
Todos los días tomo el autobús a la misma hora para ir al trabajo... camino unas 3 cuadras de más, para no agarrarlo muy lleno, ya saben... y desde hace unas 3 semanas venía encontrándome a un tipo al que, para fines prácticos y porque la neta no recuerdo su nombre, llamaremos Burri... pues bien, Burri me saludó una mañana y 'me hizo plática', mencionó que ya me había visto antes pero pensó que yo era 'fresita' y no iba a querer ni responder el saludo (¿tan mamona me veo?... ¬¬) pero ese día se animó porque me veía muy 'resplandeciente'... (¡no mamar!). Respondí al saludo de Burri y a las varias preguntas que me hizo ese día... realmente parecía más un interrogatorio (o stalkeo permitido) que una charla matutina casual: ¿dónde vives?, no eres de aquí, ¿verdad?... y cosas por el estilo. Yo me limitaba a responder con monosílabos pero, ustedes ya saben que no sé socializar ni interactuar con cualquier hijo de vecina, muy incómoda.
Diario era la misma historia, Burri estaba ya esperando en cuanto yo llebaga a la 'parada' del autobús... me saludaba sonriente y comenzaba nuevamente el interrogatorio. Con el paso de los días me fue cayendo en gracia, es jocoso el muchacho y, aunque era evidente que (libre de cualquier presunción y llena de modestia) se sentía (siente) atraído por mí... yo respondía y hasta me animaba a preguntarle también algo de su vida.
Burri trabaja en mantenimiento a casas y empresas... no es queretano, viene de Guerrero... allá lo engañó su mujer cuando él se fue al 'gabacho' y la dejó con toda la responsabilidad de los niños (4)... se casó muy joven, a los 15 años... tiene cierto resentimiento contra sus críos (como él los llama) por no haberle avisado que le estaban haciendo de chivo los tamales, pero bien que se gastaban los dólares que les mandaba... pobre Burri.
Dejó todo y a todos para intentar cruzar de nuevo la frontera en un acto casi suicida... lo intentó por diferentes partes de diferentes estados que colindan con Estado Unidos, pero no lo logró y lo mandaron a la casa del inmigrante (en Nogales, creo)... de ahí se vino para Querétaro.
Uno de esos días de charla matutina salió a flote que soy casada, no es algo que yo estuviera ocultando... al contrario, quería que él lo supiera... ya se estaba emocionando porque a diario hacíamos juntos el recorrido de 35 minutos... y la expresión de su cara cambió completamente, creo que no esperaba que la situación fuera así. Chale.
A partir de ese momento, y de manera casual, resultó que él también estaba con alguien y (ni se notó la ardidez) no paró de hablar de 'ella'.
Un día, Burri me preguntó si mi marido sabía que hablaba con 'otros hombres', le dije que sí... ¿y no se enoja?, preguntó de nuevo... no, no tiene por qué... pues debería, sentenció.
Desde el principio él debió notar que lo mío solo era amabilidad (sí, queridos dos que tres lectores, fui amable con un desconocido) pero su cabecita torció el asunto y no sé qué haya pensado él... que yo le estaba tirando el perro al aceptar sus saludos o qué chingados?... Pero el colmo fue esta mañana... como todos los días, salí de casa y caminé hasta la parada del autobús pero Burri no estaba ahí, no le di importancia. Después de unos minutos noté que unas personas se pararon a un lado mío pero (mamona como soy) ni volteé... después escuché que me hablaron por mi nombre (él desde el principio se lo aprendió y lo mencionaba varias veces durante nuestras conversaciones)... eran Burri y 'su mujer'', como me la presentó de inmediato. Ella extendió la mano sonriente, pero pude notar (en escasos segundos y como solo las mujeres podemos percatarnos de ello) cómo su mirada me recorrió de arriba a abajo y de regreso... "Soy Guadalupe, su esposa", lo último, dicho de manera sutilmente marcada. Mucho gusto, le contesté... y ya ni mi nombre dije porque Burri ya lo había hecho.
Se quedaron a un lado de mí discutiendo lo que ella prepararía para la comida, diciéndose cositas tiernas y apapachándose... un par de minutos después se despidieron y se alejaron tomados de la mano.
Cuando Burri me dijo adiós, lo hizo con una expresión de perrito regañado que, seré lo más honesta que pueda, me cagué de risa internamente y, viéndome muy educada, aguanté la carcajada.
Ay, pinchi Burri... ¿ya ves?, y tú haciéndole al galán.
Tomen nota, chavos... porque luego les pega su vieja...
Soy la chida de la historia.
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