Dicen que después de la tempestad llega la calma, carajo, esta tempestad ya se me hizo más larga que la cuaresma y, aunque también dicen que no hay mal que dure cien años, temo ser la pendeja que los aguante. Hoy es el tercer día luego del estrepitoso impacto entre los silencios, los telodijes y los sí quería pero ya no... Debo decir que intenté sanar la situación pero la contraparte tiene sus razones que, aunque no comparto, las respeto y me ciño a la máxima más sabia que he escuchado en la vida: a fuerza ni los zapatos entran, y ni hablar.
Hoy decidí sentarme un rato a explorar mi viejo disco duro de respaldos, sólo quería distraerme un rato para dar tiempo a que mis ojitos se secaran, aunque fuera por un ratito, pero me he topado con un montón de recuerdos maravillosos de esta historia que comenzó a escribirse hace 15 años... ¡Puta madre! Hay fotos, audios, videos, cartas y mil cosas que hacen que me den ganas de revolcarme en el piso cual marrano en lodazal y llorar hasta atragantarme con mi mocos, otra vez... pero no.
No es mentira que un dolor muy grande te quita el hambre, el sueño y a ratos hasta las ganas de seguir viva pero, no se histericen, mis queridos dos que tres lectores, la chida no es ese tipo de loca depresiva, nomás es cinta negra en el arte del dramatismo y la chillonería.
Ante mis gritos desgarradores de desesperanza y panorama gris, mis amigos más cercanos se dejaron venir en bola y, a punta de chistoretes, abrazos, besos y 'túpuedeseresunachingona', han hecho que me sienta muchísimo mejor y, haciendo un poco de justicia a favor del susodicho casi ex, diré que las cosas se están dando de manera pacífica, que no de común acuerdo... (que conste en actas).
Uno de los que no dudó un solo instante en brindarme su apoyo y prestarme su hombro para llenarlo de mocos fue mi amigo Rafa, no mamar, esa salidita con él, aunque breve, me sirvió para aterrizar en mi destrozada realidad que es más como zona de desastre natural. Gracias a Diosito, por poner gente tan chidita a mi alrededor y así hacerme más llevadero este trago asquerosamente amargo
Y, hablando de tragos amargos, el siguiente paso es contarle a mi familia lo que está pasando para que no crean que soy un alma en pena, aunque sea verdad... ¡Chingadamadre! Al menos mi papá va a estar feliz con este situación.
Trataré de hacerme menos telarañas en la cabeza y, como dice el susodicho casi ex, recordar con amor y gratitud todo lo bonito que vivimos juntos.
Ya casi soy de nuevo la Chida de la historia.
2 comentarios:
¡Eso es todo! pa' arriba y adelante que hay mole de olla y chida pa' rato, ¡fuerte abrazo (o no, no sé, no me la vaya a desencuadernar)!
Jajaja, ni que fuera Thor, oiga.
Muchas gracias por las porras y la compañía a la distancia, yo sí le mando un abrazo de oso panda. 🤗
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